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Public Health

La cuestión no es nueva. Ya en 2006, el Comité Científico de los Productos de Consumo emitió un Dictamen sobre los efectos biológicos de la radiación ultravioleta (UV) de las camas solares. En él se señalaba que el uso de aparatos de bronceado por UV puede aumentar el riesgo de melanoma maligno cutáneo y, a veces, ocular. Se recomendaba que los menores de 18 años evitasen las camas solares.
Algunos años más tarde, en 2009, el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC) clasificó el uso de aparatos de bronceado emisores de UV como cancerígeno para los seres humanos.
Teniendo en cuenta los nuevos datos, la Comisión Europea solicitó al Comité Científico de Riesgos Sanitarios, Ambientales y Emergentes (CRSAE) que actualizase el Dictamen anterior sobre este tema.

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7. Conclusiones

7.1 ¿A qué conclusión general ha llegado el CRSAE con respecto a las camas solares y la exposición a la radiación UV?

La radiación ultravioleta es un carcinógeno completo, iniciador y promotor del cáncer (ambos elementos son necesarios para que el cáncer se desarrolle plenamente). El CRSAE llega a la conclusión de que existen pruebas rotundas de que la exposición a la radiación UV en las camas solares provoca melanoma cutáneo, carcinoma espinocelular y, en menor medida, carcinoma basocelular, especialmente cuando la primera exposición tiene lugar a una edad temprana. Además, hay indicios moderados de que la exposición a camas solares puede provocar también melanoma ocular. El uso de camas solares es responsable de un porcentaje considerable de cánceres de piel melanocíticos y no melanocíticos entre la población en general y de gran parte de los melanomas que desarrollan las personas menores de 30 años de edad.

Además, la exposición a la radiación UV provoca el envejecimiento de la piel y puede debilitar el sistema inmunitario. Está demostrado que la exposición a la radiación UV en las camas solares tiene efectos cancerígenos y que induce cáncer cutáneo, por lo que no pueden establecerse límites seguros de radiación UV en las camas solares. No pueden utilizarse sin poner en peligro la salud humana, aun cuando se utilicen tomando las precauciones existentes, como utilizarlas solo en sesiones de corta duración, con gafas, etc. En resumidas cuentas, incluso utilizarlas una única vez puede elevar el riesgo de desarrollar cáncer cutáneo, y la única manera segura de utilizarlas es no utilizarlas en absoluto.

7.2 ¿Cómo respondió el Comité Científico a las preguntas de la Comisión relativas a los bancos solares en el mandato dado?

1. ¿Tienen las nuevas pruebas científicas y médicas (recogidas en la última década) un impacto considerable en la conclusión del anterior Dictamen de 2006 por lo que respecta a las implicaciones generales de salud y seguridad relativas a la exposición de las personas a la radiación ultravioleta (UV)? En caso afirmativo, ¿cuáles son los principales elementos que deben considerarse y cómo es probable que se vea afectada la salud de los usuarios de los aparatos de bronceado con fines cosméticos (camas solares)?

Los efectos biológicos (y en la salud general) inducidos por la radiación UV no varían en función del origen de la radiación, ya sea solar natural o artificial, como la generada por los aparatos de bronceado, que se produce en el mismo espectro que la solar. La radiación UV del sol o de aparatos de bronceado ha sido clasificada por el CIIC (2009) como carcinógena para los seres humanos (Grupo 1, CIIC). En la última década han aumentado las pruebas de que, al igual que la radiación UVB, la radiación UVA (el principal componente espectral en los aparatos de bronceado más habituales) es mutágena. Se ha demostrado que la radiación UV introduce mutaciones específicas en los genes humanos que impulsan ("genes impulsores") la inducción y el desarrollo de cáncer cutáneo. La radiación UV no solo introduce mutaciones genéticas, sino también alteraciones epigenéticas, que actúan de manera concertada con lesiones genéticas para dar lugar al cáncer de piel. Hay ciertos indicios de que la radiación UV es un factor de riesgo de melanoma oftálmico e interviene en la degeneración macular asociada a la edad.

La radiación UVB emitida por las camas solares puede inducir la producción de vitamina D, pero no es necesario usar camas solares para aumentar los niveles de esta vitamina. Se ha demostrado que la exposición durante un breve intervalo de tiempo (de minutos a media hora) de la cara, los brazos y las manos a la radiación UV solar sin protección (por ejemplo, sin aplicar protectores solares) permite adquirir niveles suficientes de vitamina D en verano. En latitudes elevadas, una dieta adecuada en invierno es una fuente de vitamina D.

Si bien ya se conocían los efectos inmunosupresores de la radiación UVB, ahora existen pruebas del efecto inmunodepresor de la radiación UVA en un intervalo de longitudes de onda de 350 a 390 nm. La exposición a la radiación UVA y UVB contribuye al fotoenvejecimiento.

Aún no se sabe si la percepción de la influencia positiva del uso de las camas solares en el estado de ánimo tiene un fundamento biológico. No existen pruebas suficientes de que el uso de camas solares disminuya la presión arterial excepto solo temporalmente, hasta media hora después de la exposición. Actualmente no hay pruebas suficientes de un posible efecto positivo sobre la mortalidad general.

Existen pruebas rotundas procedentes de estudios de casos y controles, estudios de cohortes y metaanálisis, de un aumento significativo del riesgo de melanoma cutáneo asociado al uso de camas solares. El riesgo aumenta con el número de sesiones y la frecuencia de su uso. Recientes estudios de cohortes muestran un incremento en el riesgo de melanoma asociado a la exposición a camas solares a una edad temprana. Además, dado que todos los análisis se han ajustado para tener en cuenta los factores del hospedador, como la tendencia a las quemaduras solares y el color de pelo, y la exposición al sol, estos sugieren también que el uso de camas solares aporta un riesgo específico de melanoma con independencia de la susceptibilidad individual y el comportamiento al sol. Es más, se estima que el 5,4 % de los casos de melanoma en Europa en todas las edades pueden estar relacionados con el uso de camas solares. Este porcentaje es mucho mayor en los melanomas que aparecen antes de los 30 años de edad (43 % en Francia, 76 % en Australia). Si bien se basan en un número menor de estudios que los relacionados con el melanoma, existen fuertes indicios procedentes de estudios individuales y metaanálisis de que el uso de camas solares es también un factor de riesgo de carcinoma espinocelular y, en menor medida, de carcinoma basocelular, especialmente si la exposición se produce a una edad temprana.

2. ¿Defiende el CCRSERI (posteriormente CRSAE) la evaluación del Dictamen de 2006, según la cual el valor límite de la irradiancia ponderada por el espectro de efectividad eritemático de 0,3 W/m² (equivalente a un índice UV 12) garantiza un nivel suficiente de protección de la salud y la seguridad de los usuarios?

No se pueden proporcionar valores límite ni de irradiancia ni de dosis (irradiancia multiplicada por el tiempo de exposición) para garantizar la protección de la salud y la seguridad de los usuarios de camas solares, por las razones siguientes: a) las pruebas de la carcinogenicidad de las radiaciones UV emitidas por las camas solares, y b) la naturaleza estocástica de la inducción de cáncer cutáneo (no se conocen umbrales ni de irradiancia UV ni de dosis UV).

3. ¿Cuál debe ser el rango de longitudes de onda en el cual la irradiancia ponderada por el espectro de efectividad eritemático debe considerarse insignificante (por ejemplo, inferior a 0,003 W/m²)?

Debido a la naturaleza estocástica de la inducción de cáncer, el riesgo de desarrollar cáncer cutáneo no puede minimizarse. Dado que no existe un umbral para los efectos adversos para la salud a largo plazo, no hay un rango de longitudes de onda en el uso de camas solares en el que la irradiancia ponderada por el espectro de efectividad eritemático sea insignificante.